Psicosis pos-covid [1]
Después de la covid, la psicosis: ‘Fue lo más aterrador que he vivido’
Al igual que un pequeño grupo de sobrevivientes de COVID-19, Ivan Agerton desarrolló síntomas psicóticos semanas después del contagio.
Un día empujó a su esposa y le dijo que no trajera su teléfono celular. “Creo que me están siguiendo”, dijo con los ojos dilatados por el miedo.
Creía que unas personas lo espiaban, que llegaban a su calle cerrada en los suburbios de Seattle y que
Psicosis pos-covid. La pesadilla, peor que el contagio
Agerton, de 49 años, es un marine retirado, casi siempre imperturbable y arriesgado fotógrafo de documentales cuya aventura más reciente fue una expedición dentro de un submarino en el mar Rojo, durante dos meses.
Estaba acostumbrado al estrés; dijo que ni él ni su familia habían tenido problemas de salud mental con anterioridad.
Después de regresar del mar Rojo, Agerton dio positivo por coronavirus a fines de noviembre. Con fiebre baja, síntomas respiratorios leves y pérdida del olfato, se aisló durante diez días en una habitación de su casa para proteger a Emily, así como a sus hijos de 5, 11 y 16 años.
El caso moderado de COVID-19, lo envolvió en una psicosis que hizo que la vida se convirtiera en una pesadilla. No podía dormir, le preocupaba que de alguna manera hubiera hecho algo malo, sospechaba que gente común y corriente, tenía planes siniestros y terminó hospitalizado dos veces en un pabellón de psiquiatría.
El 17 de diciembre, una llamada común y corriente de un número desconocido a su celular desencadenó una avalancha de paranoia vinculada con la tecnología, la vigilancia de agentes del gobierno.
Psicosis pos-covid. La Impotencia de Emily
Luego de dos días casi sin dormir y de mantenerlo en secreto, se lo confió a su esposa, Emily, quien quedó estupefacta. “Para mí fue una sensación absoluta de impotencia y temor ver a una persona que enfrenta las crisis con mucha destreza, pasar por una”, dijo ella.
Lo llevé de compras con la idea de que “algo tan monótono como Costco ayudaría a que fuera un día normal”, pero él le mencionó que temía que los clientes fueran agentes vestidos de civil. “En verdad era una tortura para él”, comentó.
Esa noche, ella llamó a una amiga, una enfermera con experiencia en salud mental, quien insistió: “Tienen que ir de inmediato a urgencias”; le dijo que guardara “bajo llave cualquier arma”.
“Ni siquiera se me había ocurrido que pudiera hacerse daño o dañarme a mí o a los niños, pero ese es un nivel de temor y protección totalmente distinto, que comienza a recorrerte el cuerpo”, afirmó.
Los médicos de urgencias lo enviaron con una receta de pastillas para dormir. Pero después de dormir, “los delirios regresaron tal como los había dejado la noche anterior”. “Cada vez estaba peor. Cada diez minutos surgía algo nuevo”.
Alucinaciones de todo tipo
“Empecé a tener alucinaciones auditivas”, comentó. Se asomaba por la ventana en la noche e imaginaba que había voces en el exterior.
Temeroso de que las familias que veían las luces navideñas de su vecindario estuvieran realizando labores de espionaje, tomaba a Duke, su pastor australiano y salía a caminar para “ver a las personas del auto”, comentó.
Luego estaba convencido de que los detectores de la policía estaban transmitiendo sus caminatas con el perro y todos sus demás movimientos.
Él le pidió que pusiera los teléfonos de la familia en modo avión y le dijo que le preocupaba que la casa estuviera intervenida.
“Le aterraron” las sirenas de una ambulancia. “Aproximadamente cada 30 minutos salía a hacer sus rondas para ver qué pasaba afuera”. “No me podía controlar”, afirmó y añadió: “Solo pensaba que estaba volviéndome loco”.
Ayuda siquiátrica
Emily buscó ayuda. Finalmente, encontró un lugar en el Centro Médico Sueco de Seattle.
En el ferri camino a Seattle, Ivan Agerton se imaginó que el conductor de un camión de FedEx intervenía sus teléfonos celulares. En el hospital, lo conmocionó una llamada equivocada al teléfono de su habitación. “Era como un efecto multiplicador”, recordó.
“Cuando llegó, estaba muy psicótico”, señaló Zantop, quien se encarga de las intersecciones entre los problemas médicos, neurológicos y psiquiátricos en ese centro médico.
“En verdad le costaba mucho trabajo vivir con esos pensamientos constantes de que la policía estaba a punto de arrestarlo y meterlo a la cárcel”.
Pidió a su esposa que informara a dos amigos fotógrafos. “Ivan es muy consciente de sí mismo; controla el caos”, dijo uno de ellos.
Vincent Pieribone, vicepresidente de OceanX y profesor de neurociencia de Yale, habló con los médicos de Agerton. Dijo que era crucial que Agerton reconociera que tenía problemas y no se avergonzara de buscar ayuda.
Le hicieron una resonancia magnética y otros estudios, pero no encontraron problemas identificables, señaló Zantop, quien se puso a investigar los casos vinculados a la covid.
Al principio, Agerton lloraba y se quedaba viendo una estructura del estacionamiento que estaba afuera “donde pensaba que había personas mirándome”, comentó. Su ojo de fotógrafo estaba confundido por la iluminación del hospital que, según él, parecía salida de “una mala película”.
Psicosis pos-covid. Navidad negra
En Navidad, habló con su familia por teléfono. Le preocupaba cómo asimilarían sus hijos su situación. Esperaba que los médicos no lo culparan por el estrés o el peligro de su trabajo, que le encanta.
“Una parte de mí pensaba: ‘Esto es lo que soy y mi carrera terminó, mi vida se ha acabado’”, dijo, con la voz quebrada.
Zantop explicó que un medicamento antipsicótico, así como información y palabras de consuelo, que incluyeron afirmaciones de que los guardias de seguridad no lo estaban persiguiendo, le ayudaron a “tranquilizarse un poco”.
También se puso a leer libros sobre Napoleón y los niños perdidos de Sudán, pese a que, comentó: “Tenía que releer los párrafos dos, tres, cuatro veces”.
Recientemente, Agerton dijo que se sentía mejor, que la mayor parte de la paranoia había desaparecido y que su sentido del olfato estaba empezando a recuperarse. Espera que eso indique una mejora duradera.
Poco antes de Año Nuevo, regresó a casa. Cinco días después, consideró que estaba recuperado en un 85 por ciento, excepto por algunas “ocurrencias” como pensar que el conducto de ventilación de algún vecino era el periscopio de un submarino.
Falsa recuperación
Zantop notó que Agerton se estaba recuperando. A mediados de enero, luego de su cumpleaños 50, aseguró que se sentía al “cien por ciento”. Pero un mes después, un encabezado sobre una redada policiaca volvió a disparar los síntomas.
Comentó que sentía menos ansiedad que antes, pero que su paranoia estaba “rebasando mi mente racional y esta vez fue más difícil”.
Le preocupaba que “me perseguían y que perdería a mi familia”, dijo. “No es real, pero se siente muy real, y es aterrador y solitario”.
Zantop dijo que Agerton interrumpió una sesión de telemedicina esa semana para salir corriendo y comprobar la matrícula de un coche desconocido, y expresó su sospecha porque había helicópteros sobrevolando la casa y un hombre con una mochila que pasó caminando.
La doctora aumentó su antipsicótico y añadió un medicamento contra la ansiedad y dos suplementos antioxidantes, pero el tratamiento ambulatorio no estaba ayudando lo suficiente.
Emily Agerton dijo que la paranoia de su marido parecía exacerbada por estar en casa, la cual puso en alquiler poco antes de su primer episodio psicótico, debido a que la asociaba con el trauma.
En diciembre, Agerton estuvo en un pabellón de psiquiatría alrededor de una semana y no pudo pasar la Navidad con su esposa y sus tres hijos.
Para mediados de enero, parecía haberse recuperado, sin embargo, en febrero, “la paranoia regresó con intensidad”
Psicosis pos-covid. Misterio sin descifrar
Una gran parte de ese trastorno sigue siendo un misterio.
Algunos pacientes sienten la necesidad de hacerse daño o de dañar a otras personas. Otros, como Agerton, no tienen impulsos violentos, pero se vuelven paranoicos casi de manera obsesiva. Algunos necesitan ser hospitalizados varias semanas, otros mejoran más rápido. Algunos sufren recaídas.
“Tengo muchas preguntas”, comentó Veronika Zantop, psiquiatra que ha tratado a Agerton desde la primera hospitalización. Entre ellas está: “¿Es temporal? ¿Por cuánto tiempo sigue el riesgo?”.
La psicosis pos-covid ha afectado principalmente a pacientes de treinta, cuarenta, así como de cincuenta y más años.
Una diferencia notable es que algunos pacientes pos-covid se dan cuenta de que algo “anda mal”, mientras que los pacientes con psicosis habituales “casi nunca perciben sus síntomas”, mencionó Zantop.
Agerton manifestó: ‘Mi cerebro me está diciendo que la policía me persigue’. ‘En determinado nivel sé que no es cierto, pero a mí me parece que es la realidad’”.
[1] Fuente: https://www.nytimes.com/es/2021/03/24/. Adaptación de la historia publicada por Pam Belluck, reportera de ciencia y salud cuyos galardones incluyen un Premio Pulitzer compartido en 2015 y el premio Nellie Bly a la mejor historia de primera plana. Es autora de Island Practice, un libro sobre un doctor peculiar.
[2] Equipo élite de policías, entrenado para llevar a cabo operaciones de alto riesgo como lucha contra el terrorismo y operaciones contra delincuentes fuertemente armados.
Comment here